La familia en el cine

Que el cine es parte de nuestra familia es un hecho. Nos lo enseñó en su día Cinema Paradiso.

Pero, por otra parte, nos ha mostrado las relaciones y los vínculos a través de la pantalla con aquellos que te vieron crecer -o no pudieron, por avatares del destino- , a los que no necesariamente has de estar unido o sentirte identificado.

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Voy a exponer algunas de las películas -seguramente me faltan muchas, pero he de centrarme- que hicieron en mí un click y me instaron a tratar de hacerlo diferente con aquellos a los que tan cerca tengo y de los que tanto he absorbido.

Si nos ceñimos a un paso entre generaciones, me decanto por los maravillosos 80 que retrata Ettore Scola en ‘La Familia’. Sin duda, me quedo con esa numerosa gran familia llena de entresijos de Fernando Palacios o con la confianza de negarse a fingir con un regalo de cumpleaños, como Aranoa nos muestra en Familia. Pero siempre hay más donde ahondar.

Normalmente, nos une una desgracia -o paradoja- como un padre que fallece y una familia que hereda el negocio que es, para colmo, una funeraria, como en A dos metros bajo tierra; o que un tsunami insólito separe el núcleo y hayan de remover cielo y tierra para encontrarse -Lo imposible-. Siempre lo mismo que enlazó fue lo mismo que separó -que se lo digan a la troupe de Succesion, con el tema monetario-. O que el progreso venga a instalarse rompiendo en pedazos un esquema de vida y, por supuesto, desmenuzando una familia como en Alcarràs.

Porque el ciclo de la vida siempre se cumple, como en Bambi, El Rey León, en Cinco Lobitos o en El árbol de la vida, relegando, por lo general, la ternura a la madre y lanzando al padre a la severidad -al contrario que en Camino, claro-. Si el separador viene de fuera, como en Funny Games, habrá que mantenernos unidos ante el suplicio, pero si está dentro de casa, como en los Tenenbaums, habrá que llevar a cabo otras represalias. Es probable que lo mejor sea hacerse un viaje todos juntos, para limar asperezas, como lo hicieron los Hoovers en Pequeña Miss Sunshine.

Juntos, aunque sea a demasiados kilómetros de nuestro hogar, deberíamos de poder conseguirlo -como en Minari- ¿no? Desafortunadamente, en la mayoría de los casos, la familia se disgrega. A través de una muerte que desestabiliza de por vida como en Gente Corriente, un viaje a través del tiempo y el espacio, como les pasó a Murph y a su padre Cooper en Interstellar o una enfermedad que aflora el pasado, como en Big Fish o Nebraska.

Una madre siempre será una madre. Y seguramente estará ahí para ti, pese a todo, como en Babadook, Hereditary o Goodbye Mommy. Incluso te encerrará en una habitación para salvarte, como en la Habitación del pánico, en una casa con una abuela a la que recuperar -Relic y Abuela- o tratará de hacerte el encierro involuntario lo menos inhumano posible (The room). Sé que los hijos también estarán dispuestos a cambiar el mundo -Goodbye Lenin- o a luchar contra quien haga falta, por ellos -Brave-. Lo mismo que sucede con los padres, que serán capaces de alejarte de la sociedad para que no conozcas la decadencia -Captain Fantastic-, se dejarán la vida en un grito para que los monstruos no reparen en ti –‘Un lugar tranquilo’- o harán lo imposible para que consigas ese vestido que tan dichosa te hace -Lloviendo piedras y Magical girl-.

Lo ideal debiera ser no hacer el camino tan tortuoso por tu cuenta, en solitario. Eligiendo a la familia que siempre deseaste, como en Tomates Verdes fritos o al ‘casi’ padre de ‘Capitanes intrépidos’, heredando dones familiares extraordinarios -una cuestión de tiempo-, madurando entre hermanos -Mustang- o no consiguiéndolo del todo -Las vírgenes suicidas-.

El camino hacia la independencia nunca será fácil -Boyhood- ni ético -El indomable Will Hunting-, pero será. Aun teniendo que afrontar el pasado de quienes fueron los que te trajeron hasta aquí -Incendies- o las dificultades de criarte -Yo soy Sam-.

La familia siempre es familia. Verdad, ¿Don Corleone?