La importancia del amarillo

         - ¿Sabes? Mi madre dice que una de las mejores cosas que ha hecho en su vida ha sido tenerme. Sin embargo, también reconoce cuáles fueron algunas de las peores –apuntó, removiéndose sobre el asiento–. Me contó una vez cómo recuerda el último día que vio al amor de su vida. Se habían dejado meses atrás. Y, tras mucho hablar, se decidieron a volverse a ver. Mi madre puso una condición. Él tenía que acudir con la camisa negra con el símbolo amarillo de Batman que ella le había regalado. Él insistía en que siempre la había guardado, que nunca se desprendería de ella.

            - Mentimos en cosas esenciales, ¿eh? – apuntó el espectador.

            - Mi madre se presentó en aquel parque. Y cuando lo vio a lo lejos, no podía creérselo. Iba vestido con una camiseta negra, básica. Mi madre imaginó que iba a ponerle cualquier excusa. Se sintió tan decepcionada, tanto… que no le dio margen.

            - Se fue sin decirle nada.

            - No sólo eso. No volvió a hablarle más. No contestó a ninguna de sus llamadas. Y, con el tiempo, lograron centrarse en otras cosas.

            - Conoció a tu padre.

            - El caso es que pasaron los años, y mi madre no consiguió nunca olvidarse de aquello. Un día, se presentó en su casa, casi veinte años después. Tomaron té de frutas del bosque. Mi madre no lo dudó. Le cogió la mano y le preguntó porqué no llevó la camiseta de Batman aquel día.

            - Comprensible. Siempre he sido más de DC – ironizó.

            - Le confesó que claro que la llevaba. De hecho, solía llevarla tan a menudo, que lo amarillo casi se le había borrado. Por eso ella no lo apreció a lo lejos.

            - Vaya– añadió, triste. 

            - Lo que quiero que entiendas con toda esta historia es que a veces solamente nos quedamos con nuestra versión de los hechos. Lo que tenemos clarísimo. Por un segundo, sólo por un segundo, estaría bien sopesar que quizás las cosas no son como siempre las habíamos pensado.

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