Hoy Valencia pierde una Victoria
Lo especial de una etapa, lo que la
hace única, lo que la caracteriza… es que siempre acaba. Y después da comienzo
otra.
Y así hasta el final de nuestros días.
He dicho tantas cosas en estos últimos
meses, que añadir cualquier detalle más relativo a los sentimientos me
colapsaría.
“Déjalo atrás. Y sigue”.
Es lo que todos dicen. A todos les da
por comentar cuando no saben de qué. Te instan a que sigas, porque es lo que
tienes que hacer. Pero lo cierto es que se puede seguir mirando de vez en
cuando hacia atrás. Echar un vistazo a las estanterías del supermercado y
acordarte de que una de las últimas veces discutiste con una amiga sobre qué
refresco era más apropiado para ese día. Porque por lo visto, la crema de arroz
es para mayores.
Que uno de los días en los que más
trabajo has tenido llegues a casa y estén tus amigas y decidáis porque sí salir
de fiesta. Aunque haya que madrugar. Porque de eso va todo esto. De trasgredir.
De hacer lo que nunca hubieras hecho. Pues eso es lo que da sentido a lo que estás
viviendo, eso es lo que lo hace diferente.
Que tengas las conversaciones más
interesantes en el trabajo, entre cliente y cliente. Que tus mejores amigos
terminen siendo los que te pongan el café como a ti te gusta nada más verte
entrar por la puerta. Y terminéis haciendo videollamada porque ya no estéis
físicamente en el mismo lugar. Que los viernes signifiquen reunión con ellas. Y
sea misión imposible entenderlos ya de otra forma. Que el mejor cumpleaños que
recuerdes fuera allí. Que las simientes de tus mejores escritos surgieran en
una habitación vacía, pero llena de recuerdos que no te dejan ir. Ésa y no otra
es la esencia.
Por eso este ha sido uno de mis
mejores años, uno de los más intensos. Porque he aprendido a usar la palabra
enálage casi en cualquier párrafo de mis argumentos. Daba igual qué sentido
tuviera, si él lo entendía. Que eche de menos cerrar una ventana que no debería
de estar abierta. Y un café en casa, cuando mi mayor preferencia siempre ha
sido tomarlo fuera. La vida está llena de horchata, aunque un año antes no me
gustara, de paellas (que ni de coña llevan chorizo) y de naranjas para cenar,
aunque los expertos recomienden no tomarla después de las seis.
Cuando te vas y dejas parte de tu vida
en las repisas de otros, descubres que fue tu mayor acierto haber estado allí,
justo en ese lugar, en esa misma época, invirtiendo el tiempo en rotondas que
nunca acaban o bibliotecas donde todos van obligados, menos tú.
Todo eso y más ha sido. Todo eso y más
no dejará de ser. Por más tiempo que transcurra, por más gente que me
encuentre. Porque llegué allí sin nada, y volveré teniéndolo todo.
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